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03/03/2017 / Barcelona

Gustavo Castro, testigo del asesinato de Berta Cáceres: ‘Queremos llegar hasta las últimas consecuencias’

El mexicano Gustavo Castro es el único testigo del asesinato de Berta Cáceres. Estaba en casa de la líder ambientalista hondureña cuando la noche del 2 de marzo de 2016 irrumpió un grupo de sicarios que asesinó a tiros a Berta. Él resultó herido. Castro ha participado en Berta Cáceres, a un año de su siembra, acto celebrado en nuestra entidad. En conversación con la periodista Sandra Vicente, ha detallado lo sucedido aquella fatídica noche… y lo que vino después.

Los hechos
“Habían intentado asesinar muchas veces a Berta Cáceres. Ellos no pensaban que yo iba a estar esa noche en su casa. Habían planeado un asesinato muy limpio, que pareciera un robo, ella estaría sola, en una casa en medio del campo… pero, ¡oh, sorpresa!, se encuentran conmigo… Vi a Berta agonizando. A mí me dejaron herido y tuvieron que cambiar de plan”, ha explicado el testigo.

Manipulaciones y hostigamiento
Gustavo Castro se había convertido en un testigo especialmente incómodo para los autores e instigadores del asesinato de la líder de la comunidad lenca y coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares Indígenas de Honduras (COPINH). Castro denuncia el intento de imputar el crimen a este colectivo: “Manipularon el retrato robot del tipo que me disparó. Yo les ofrecía una descripción y dibujaban a otra persona, que se correspondía con un integrante del COPINH”.

“Me prohibieron salir de Honduras sin entregarme ningún papel. Parecía una película de Almodóvar. Vinieron los fiscales hondureños a detenerme y entonces me protegieron físicamente el embajador y el cónsul de México. No se atrevieron a forcejear con ellos. Tenían que secuestrarme, mi vida corría peligro y me refugié en la embajada de México”, ha añadido.

Falta de credibilidad
“Hicieron trampas, cometieron errores e irregularidades, hay falta de transparencia e incluso el expediente judicial de la causa fue robado… Son artimañas para dilatar el proceso judicial puesto que no hay consistencia probatoria contra los ocho imputados por el asesinato”, sostiene Castro.

Entre los involucrados se halla el gerente de la empresa que impulsa la construcción de una presa en el río Gualcarque, considerado sagrado por la comunidad lenca, proyecto contra el que luchaba Berta Cáceres. “No hay voluntad de llegar a los autores intelectuales del asesinato. Todos sabemos que el gerente no actuó por cuenta propia”, señala Castro. “Queremos un proceso más ágil y transparente. La investigación llevada a cabo no es creíble. Hay que llegar hasta las últimas consecuencias”, reclama.

¿Crimen de estado?
Gustavo Castro ha dado otras claves que apuntan al asesinato de Berta Cáceres como un crimen de estado: “El poder no soporta la verdad, la justicia. Berta había generado una conciencia anti-patriarcal, de respeto e igualdad… Su compleja y rica visión integral y su conciencia política eran maravillosas”. Y ha recordado que “el movimiento de la comunidad lenca ha puesto en jaque al gobierno de Honduras’, país considerado como el más peligroso del mundo para los mediambientalistas. 120 activistas han sido asesinados en Honduras en los últimos años.

El símbolo Berta Cáceres
Un año después de su asesinato, Berta Cáceres se ha convertido en un símbolo de los movimientos en defensa de los derechos humanos, del medio ambiente, de las comunidades indígenas y de los derechos de la mujer. La activista fue premiada en 2015 con el Premio Goldman, considerado el Nobel del Medio Ambiente. El año pasado le fue concedido, In Memoriam, el Premio Joan Alsina de Derechos Humanos de Casa Amèrica Catalunya y acaba de ser galardonada con el Premio Artemio Precioso de la organización ecologista Greenpeace.

“El asesinato de Berta Cáceres fue la última gota que derramó el vaso. Despertó un gen que estaba adormecido, el de la solidaridad y el amor. Berta sabía que la iban a asesinar y hoy nos inspira dignidad y sensibilidad”, ha dicho Castro, quien ha añadido: “Es cierto. Berta no murió, se multiplicó. No la sepultamos, la sembramos”.