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15/09/2008 / Barcelona

Mauricio Rosencof, director de Cultura de Montevideo, evoca su cautiverio de 13 años con motivo de la inauguración de 'Ausencias' en Uruguay

Desde el 11 de septiembre y hasta el próximo 2 de noviembre puede visitarse en el Centro Municipal de Exposiciones – Subte de Montevideo, Uruguay, la exposición Ausencias, del fotógrafo Gustavo Germano producida por Casa Amèrica Catalunya. La inauguración en Montevideo de esta muestra sobre las víctimas de la dictadura militar en Argentina contó con la presencia del Intendente de la ciudad, Ricardo Ehrlich; el director general de la Fundación Casa Amèrica Catalunya, Antoni Traveria, así como numerosos miembros de organizaciones uruguayas de Derechos Humanos y de representantes de la Agrupación HIJOS, de Paraná, Argentina.

A pesar de su forzada ausencia por motivos de salud, Mauricio Rosencof, director de Cultura de Montevideo, emocionó a los presentes cuando se dio lectura a Piedritas, texto escrito para la ocasión. En Piedritas, Rosencof rememora algunos de los sentimientos más intimos vividos durante su cautiverio de 13 años en una mazmorra subterránea durante la dictadura militar uruguaya.

Un escrito que empieza así: “El capitán, severo, recorría lentamente el angosto corredor que cercaban los barrotes de uno y otro lado. Del otro lado estaba la niña, mi hija, en visita inesperada. Tenia 7 años. Del lado de acá, yo, que venía de un mundo donde no había con qué hacer un dibujo, un poema, nada. No había nada. Pero en la pared del calabozo, descascarada, pude extraer una piedrita, una piedrita de mar, blanca, un canto rodado, un cantito. Y lo llevé a la visita. El capitán la inspeccionó, y con rostro inmutable se la entregó a mi niña, que la apretó en su mano.

Entonces le recordé las aventuras de Pulgarcito, que pudo internarse en el bosque dejando un reguero de piedritas para poder regresar a su casa, a su sopa humeante. Le dije que de aquellas piedritas solo se conservaban tres, dos estaban en el Museo del Niño en París, y ésta, que hoy pasaba a su custodia. Desde entonces mi hija dormía con la piedrita bajo la almohada. Y cuando le preguntaban por qué, siempre respondía: "Para que papá encuentre su camino de regreso a casa". Hoy todos dormimos con esos cantitos rodados bajo la almohada. Lo hacen las abuelas y las madres del comité de familiares, las de aquí y las de Plaza de Mayo, todas. Y también todos nosotros, porque no dejaremos de conservar la piedra hasta que los hijos que nos deben vuelven, y vuelva hasta el último huesito de los que siempre estaremos aguardando en casa”.